Tribunal absuelve a jerarcas empresariales
23 de julio de 2004El proceso provocó gran revuelo en Alemania. Al fin y al cabo, desde el 21 de enero se encontraba en el banquillo buena parte de la elite económica germana: Josef Ackermann, director del principal banco alemán (Deutsche Bank); Klaus Esser, ex jefe del que fuera el mayor consorcio de telefonía móvil del país (Mannesmann), y Klaus Zwickel, el antiguo jefe del mayor sindicato independiente del mundo (IG-Metall). Todos ellos enfrentaron cargos de malversación de fondos, por haber recibido millonarias indemnizaciones tras la compra hostil de Mannesmann por parte de la empresa británica Vodafone.
El trasfondo del caso
El caso tiene una larga historia. En el otoño alemán de 1999, el director de Mannesmann lanzó una campaña, con avisos desplegados a toda página en la prensa, para convencer a los accionistas de que no vendieran sus títulos y rechazaran la compra hostil que pretendía llevar a cabo Vodafone. Esser parecía querer evitar a toda costa que Mannesmann fuera absorbido por los británicos. Al fin y al cabo, en el campo de la telefonía celular, su empresa ocupaba el segundo lugar en Europa y el Nr. 1 en Alemania, donde copaba el 40% del mercado. Los ejecutivos no sólo apelaban a la razón de los accionistas, sino también a sus emociones: un afiche mostraba, por ejemplo, a un bebé temeroso ante una madre hostil. Bajo la imagen se leía la vehemente exhortación a conservar las acciones.
El jefe de Vodafone, Chris Gent, contraatacaba también a través de grandes anuncios en periódicos, asegurando que su intención era absorber Mannesmann para proseguir la exitosa cooperación que habían sostenido ambas empresas en el pasado. Afirmaba que no había sido él quien le puso fin, sino Klaus Esser. Mannesmann asumió en 1999 el control de la firma Orange, competidora de Vodafone en Gran Bretaña. Un mes después, Gent lanzó la campaña para la adquisición hostil, partiendo de una buena base: Vodafone poseía ya el 35% de las acciones de Mannesmann. Sólo necesitaba pues un 15% más.
Millonarias indemnizaciones
Pero la resistencia fue grande, al menos en un comienzo. La cúpula de Mannesmann sólo cedió cuando Vodafone incrementó su oferta inicial de 100 mil millones de euros a 180 mil millones. Tras meses de enconada lucha, Gent y Esser llegaron de pronto a un sorpresivo acuerdo y anunciaron la mayor fusión de la historia del ramo. Lo que por ese entonces nadie sabía era que los ejecutivos de Mannesmann fueron suculentamente recompensados por renunciar a la independencia. Las compensaciones se elevaron a los 57 millones de euros. Esser recibió 30 millones.
Estas indemnizaciones no tardaron en llamar la atención de la fiscalía alemana. A su juicio se habían malversado fondos de la empresa, perjudicando a los accionistas. Junto a Esser fueron a parar al banquillo de los acusados los miembros de la comisión supervisora de los asuntos del directorio, que había aprobado las cuantiosas compensaciones financieras, entre ellos el jefe del Deutsche Bank, Josef Ackermann. El tribunal de Düsseldorf absolvió ahora a los acusados, por falta de méritos. Ello, sin embargo, no supone una absolución moral, como indicó la jueza Brigitte Koppenhöfer, que presidió el juicio. De hecho, subrayó que no era tarea de esa corte hacer una evaluación ética de la conducta de los empresarios.