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Turquía intensifica su lucha contra el EI

Seda Serdar (ERC/PK)24 de julio de 2015

Tras el ataque a Suruç, el presidente turco decidió robustecer sus acciones militares contra el autoproclamado Estado Islámico (EI). Varios factores de peso explican el cambio de rumbo en Ankara, opina Seda Serdar.

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Imagen: picture-alliance/dpa/AP Photo/L. Pitarakis

Tras el ataque perpetrado por el autoproclamado Estado Islámico (EI) en la ciudad turca de Suruç, ubicada en la frontera de Anatolia Suroriental con Siria, el Gobierno de Recep Tayyip Erdoğan decidió intensificar sus acciones militares contra esa organización terrorista.

El contraataque turco supone un cambio en la política de Ankara frente a EI. Ese golpe de timón no solamente se debe a la agresión contra Suruç –que dejó un saldo de 32 muertos–, sino también a las amenazas para la paz social que Turquía ha visto brotar en su propio territorio.

Otro factor que explica el endurecimiento de la posición turca de cara a EI es la negociación entre Ankara y Washington, que ya dura casi un año: en las últimas semanas, las posibles contribuciones de Turquía a la lucha internacional contra EI han acaparado el intercambio diplomático entre Erdoğan y la Casa Blanca.

Seda Serdar, comentarista de la redacción turca de Deutsche Welle.
Seda Serdar, comentarista de la redacción turca de Deutsche Welle.

Divergencias entre Ankara y Washington

Ese diálogo da frutos: ahora, la base aérea de Incirlik, un pueblo ubicado en la provincia turca de Adana, ha sido puesta a la orden de las fuerzas aliadas para atacar al EI con mayor regularidad. Estados Unidos venía buscando la manera de usar esa instalación desde que comenzó el bombardeo contra objetivos de EI, en 2014.

Ese plan no se había consumado debido a las diferencias entre Erdoğan y el presidente estadounidense, Barack Obama. Una de las divergencias entre ambos mandatarios estaba relacionada con el fin último de la lucha contra EI. La prioridad de Obama era la destrucción progresiva de esa red terrorista.

Pero Erdoğan no creía que eso fuera posible sin derrocar al líder sirio Bashir Al-Assad, quien protege a los separatistas kurdos de Turquía. Por otra parte, en junio de 2014, cuando empezó la ofensiva internacional contra EI, 49 ciudadanos turcos fueron secuestrados en Mosul, norte de Irak, y liberados a un precio muy alto para Ankara.

Cambio de rumbo

Pese a que conocía la gravedad del asunto, el Gobierno turco no tomó las decisiones correctas para combatir a la organización terrorista. De hecho, las políticas implementadas por el Ejecutivo de Erdoğan condujeron a la tragedia de Suruç y a los enfrentamientos del EI y los separatistas kurdos en suelo turco.

Frente a ese panorama, es comprensible que Erdoğan cambie su hoja de ruta y alinee sus intereses con los de Estados Unidos. Cabe decir que Washington también parece haber hecho concesiones. Ambos dan la impresión de haber llegado al acuerdo de combatir todas las formas de terrorismo, en lugar de combatir solamente al EI.

Las acciones coordinadas de 5.000 agentes para desmantelar las células del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) en Turquía apuntan en esa dirección. A solicitud de Ankara, el PKK ya había sido catalogado por EE.UU. y la UE como una organización terrorista.

Tareas pendientes

Conviene recordar que se ha estancado el proceso para poner fin a una lucha de décadas entre el Estado turco, los separatistas kurdos –reunidos en el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK)– y su brazo armado, las Fuerzas de Defensa Popular (HPG). Las fuerzas turcas han sido agredidas por el PKK en los últimos días.

Así, la prioridad de Erdoğan es clara: garantizar que haya paz y estabilidad en Turquía. No obstante, está por verse si su Ejecutivo está dispuesto a hacer lo necesario para conseguir ese objetivo: reducir las tensiones entre el Gobierno y la sociedad civil, presentando al terrorismo en todas sus manifestaciones como el gran enemigo.

Otros deberes pendientes: Turquía debe asegurarse a corto plazo de que sus fronteras estén bien protegidas. La tarea más grande recae sobre la sociedad turca en pleno: descubrir por qué cientos de jóvenes responden tan favorablemente a la propaganda del autoproclamado Estado Islámico y terminan uniéndose a sus filas.