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Cómo viven los ucranianos bajo la ocupación rusa

Igor Burdyga | Anastasia Shepeleva
29 de septiembre de 2023

Hace un año, Rusia anunció la anexión de las regiones ucranianas de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. Residentes de los territorios ocupados hablan de cómo han cambiado sus vidas durante el último año.

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Una mujer y un hombre caminan por una calle en Mariúpol, pasando frente a un mural con el rostro de una niña en un edificio.
Una mujer y un hombre caminan por una calle en Mariúpol, en la región de Donetsk, ocupada por las fuerzas rusas.Imagen: Dmitry Yagodkin/TASS/dpa/picture alliance

En Rusia se celebra este viernes (29.09.2023) el primer aniversario del "ingreso de las nuevas regiones” -como llama la propaganda del Kremlin a la anexión ilegal de las regiones ucranianas de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. Se emiten monedas recordatorias y se festeja con conciertos y otros eventos en los que se promete bienestar y estabilidad solo dentro de territorio ruso. En total, se estima que han abandonado esos territorios ocupados entre un millón y dos millones de personas, huyendo de la guerra, la opresión y la pobreza.

Abastecimiento de agua, aumento de precios e inflación

Algunos de los habitantes de las llamadas repúblicas populares del Donbás y de los territorios ocupados tras la extensa invasión rusa ven la anexión como el fin del aislamiento económico y la inseguridad jurídica que rigieron en los últimos ocho años. "El abastecimiento de agua funciona otra vez”, dice a DW Kateryna L., una enfermera de Lugansk. También el correo hace envíos desde fuera de la "república”, sin que tenga que cruzar la frontera. Queda solo un banco en los territorios ocupados por Rusia, el Promswjasbank. Y la calidad de la cobertura telefónica ha mejorado, dice a DW Maryna K., una agricultora desempleada.

Cuenta que el año pasado la moneda ucraniana, la grivna, fue retirada por completo de circulación en Lugansk y Donetsk. Sin embargo, a la mujer le preocupa más la devaluación del rublo frente al dólar estadounidense y la consiguiente inflación. La gasolina aumentó en un 70%, lamenta. Pero no se queja de su salario, que se incrementó dos veces este año. Los precios que más aumentaron son los de los inmuebles, dice a DW la martillera pública Anna S. "Un departamento de dos ambientes aumentó de unos 10.000 dólares a cerca de 30.000”, señala.

"Proyecto de embellecimiento” en Mariúpol

Los habitantes de Lugansk y Donetsk informan que, luego de la anexión, en sus ciudades se iniciaron varios proyectos de embellecimiento, y el mejor ejemplo es Mariúpol. Esa ciudad fue devastada a principios de 2022 por el Ejército ruso. Según la ONU, allí fue destruido un 90% de los edificios de viviendas, y un 60% de las casas unifamiliares. Los habitantes de Mariúpol con los que habló DW dijeron que no es tan fácil conseguir que se reemplacen sus viviendas destruidas como lo difunde la propaganda rusa.

Según explicó a DW Larissa S., una exempleada de un estudio de abogados en Mariúpol, las autoridades rusas no permiten el registro de propiedad de las nuevas construcciones, sino solo una especie de derecho a un alquiler gratuito a largo plazo. Las autoridades ucranianas estiman que unos 40.000 rusos se han trasladado a Mariúpol, que alguna vez tuvo medio millón de residentes y cuya población se ha reducido a unas 80.000 personas en un año y medio. Según los entrevistados de DW, hay muchos recién llegados a la ciudad.

Dos contructores trabajan en la reconstrucción de un edificio de Mariúpol.
Trabajos de reconstrucción en Mariúpol, región de Donetsk.Imagen: Dmitry Yagodkin/TASS/dpa/picture alliance

Falta de maestros y amenaza por ser "colaboradores"

La expedagoga Svitlana T. decidió abandonar la zona costera del río Dnipro tras la explosión de la represa de Nova Kajovka, y mudarse a un pueblo en Jersón, donde viven sus padres. Actualmente allí hay solo seis escuelas, de las 30 que existían antes de la guerra. "En nuestro pueblo ya no hay ni maestros ni alumnos. Solo hay dos familias con niños en edad escolar, que querían tomar clases a distancia en una escuela ucraniana, pero los ocupantes rusos obligan a los niños a tomar ‘clases normales' en otra localidad, a 40 kilómetros de aquí”, cuenta.

Ella intentó dar lecciones en línea en una escuela ucraniana, hasta que los "orcos” (así llaman allí a los soldados rusos) comenzaron a interrogar a los educadores desempleados sobre su fuente de ingresos, a principios de 2023. Incluso detuvieron a un amigo suyo por ayudar a extraer el sueldo con una tarjeta bancaria ucraniana. Pero ya no se puede pagar con la moneda ucraniana. "Luego llegó la inundación y al final decidí quedarme en el pueblo, donde el contacto con los orcos es mínimo", dice la mujer.

Cada vez más maestros de la región aceptan dar clases según los currículos rusos. Al mismo tiempo, si lo hacen, Ucrania los amenaza con una pena de hasta tres años de prisión y 15 años de prohibición para ejercer su profesión por ser "colaboradores” de Rusia. "En los nuevos libros de texto rusos, la propaganda comienza en la primera página, independientemente del tema que se aborde. Yo no podría soportar algo así delante de los escolares, así que prefiero estar desempleada", subraya Svitlana. T.

Un soldado ruso vigila la central nuclear de Enerhodar.
Un soldado ruso en la central nuclear de Enerhodar.Imagen: Andrey Borodulin/AFP

Ambulancia solo si se cuenta con pasaporte ruso

La situación es algo diferente con los médicos: hasta ahora sólo los directores de hospitales designados por los ocupantes han sido procesados por colaboración. Los médicos también informan que en los territorios ocupados se están introduciendo normas rusas. Según la enfermera Kateryna L. de Lugansk, las pólizas de seguro se emiten únicamente con el pasaporte ruso, lo que motiva aún más a los residentes de la ciudad a obtener nuevos documentos.

Sin embargo, Halyna S., residente de Enerhodar, se queja de que las autoridades de ocupación de su ciudad han recurrido abiertamente al chantaje para brindar acceso a la atención médica. "Primero decían que si no tenías pasaporte ruso no vendría ninguna ambulancia. Luego te amenazaban con que no podrías registrarte para las operaciones planificadas y, en casos urgentes, tenías que aceptar previamente el pasaporte ruso", afirma, aunque no recuerda que los médicos se negaran a tratar a los ciudadanos ucranianos.

Según los interlocutores de DW, un año después de la anexión, es extremadamente difícil vivir sin documentos rusos en las cuatro regiones. Con pasaporte ucraniano no se puede conseguir trabajo ni cobrar jubilación. Tampoco se puede registrar la propiedad de un automóvil o un inmueble, no se puede obtener una tarjeta SIM y los bancos no brindan servicios. Sin embargo, con documentos ucranianos todavía se puede salir de los territorios ocupados, pero eso también es complicado. Los ocupantes vigilan e interrogan especialmente a esas personas, dice Serhij O., conductor y propietario de una pequeña empresa de autobuses que ofrece viajes desde Melitopol a las zonas de Ucrania controladas por Kiev. "Pero incluso después de un año, todavía existe una frontera entre las regiones de Donetsk y Rostov. Todo el mundo está bajo escrutinio, los hombres son interrogados y sometidos a registros corporales", afirma.

(cp/ers)