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"Un diálogo con Assad sería un riesgo político"

Kersten Knipp (CP)5 de febrero de 2013

El ministro turco de Relaciones Exteriores, Ahmed Avutoglu, advirtió en entrevista con DW que interpretar la guerra en Siria como un conflicto religioso solo beneficia al régimen de Assad.

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Imagen: Reuters


DW: Sr. ministro, muchos expertos señalan que la línea que siguen los adeptos al presidente sirio, Bashar Al Assad, así como sus opositores, está signada por las religiones. Turquía, Arabia Saudí y otros países sunitas se expresaron contra la permanencia de Assad en el poder. Estados chiítas, o dominados por chiítas, como Irán e Irak, pero también la agrupación libanesa Hizbolá, por el otro lado, apoyan a Assad. ¿Se puede hablar en este contexto de un conflicto religioso?

Ahmed Davutoglu: No, de ninguna manera. No se trata de un conflicto entre sunitas y chiítas, sino entre el pueblo sirio y un régimen dictatorial. En Egipto y Libia hubo líderes sunitas en el poder, y Turquía también se opuso a ellos porque reprimían a la gente. El problema principal en la región no se plantea entre los diferentes grupos religiosos. Es un problema entre la población y las estructuras remanentes de la Guerra Fría, en forma de regímenes totalitarios. Muchos alevitas, cristianos y drusos están comprometidos con la lucha de la oposición siria contra el régimen. Por eso, no es una guerra entre los grupos religiosos, ni nunca lo será. En realidad, lo que quiere el régimen de Assad es, justamente, que el conflicto se transforme en una confrontación religiosa, ya que, de ese modo, puede contar con que diversos grupos se pondrán de su lado. Puede que en Cercano Oriente haya tensiones religiosas muy graves. Pero Turquía no considera que el de Siria sea un conflicto religioso.


Durante la Conferencia sobre Seguridad de Múnich usted se mostró crítico con respecto a un diálogo entre la oposición siria y el Gobierno de Assad. ¿Por qué?

Desde hace varios meses, mejor dicho, desde el año 2012, Turquía, luego Kofi Annan y, más tarde, Ladhdar Brahimi, trataron de que Bashar Al Assad accediera al diálogo. Pero Assad deslegitima a la oposición fuera de Siria, afirmando que son “terroristas”. Por lo tanto, ¿se puede esperar que reconozca a la “Coalición Nacional de las Fuerzas Revolucionarias y de Oposición” como nueva fuerza política? Si no reconoce a la coalición nacional ni a la oposición siria, ¿qué tipo de diálogo puede haber? No puede haber diálogo mientras Assad califique a esas personas de terroristas.

Sin embargo, si se llegara a un diálogo, entonces se debe evitar crear la impresión de que ese diálogo está legitimando la autoridad de Assad. Si el Gobierno iniciara un diálogo con los rebeldes, eso legitimaría a Assad en el poder y crearía un panorama confuso. ¿A quién se responsabilizaría entonces de los 60.000 sirios asesinados?

Hay cientos de miles de refugiados sirios, y millones de desplazados internos. ¿Quién es responsable de todo eso? Si se produce un diálogo, ese diálogo debería dedicarse a la formación de un gobierno de transición. Además, debería quedar en claro que ese gobierno posee un poder ejecutivo ilimitado. Lo que, a su vez, significaría que Assad debería entregar todo su poder a ese nuevo gobierno. Si eso no sucediera, ningún diálogo servirá de nada. En principio, no estamos en contra de un diálogo, pero hay que definir con exactitud su contenido.

Su propio país, Turquía ha registrado un impresionante desarrollo económico en los últimos años, y también da que hablar por sus posiciones en cuanto a política exterior. ¿Cómo ve el rol futuro de Turquía en Cercano Oriente?

Nosotros nunca exigimos tener ningún rol en la región, pero la evolución de Turquía es considerada un éxito, tanto en Cercano Oriente como a nivel internacional. Y ese éxito se debe a tres factores: la democracia, el desarrollo económico y una política exterior activa. Es decir, que se tata de un enfoque amplio. Sin reformas no se pueden cambiar ni la mentalidad, ni la política ni la economía. Por eso apoyamos todos los intentos de cambio en Cercano Oriente. Apoyamos los nuevos gobiernos electos en la región; no tomamos partido jerarquizando a sus protagonistas, y, sea quien fuere el que llegue al poder a través de elecciones, es contemplado por nosotros como socio al que brindamos nuestra colaboración. Recientemente otorgamos a Túnez un préstamo por 500 millones de dólares a bajos intereses. Y a Egipto le dimos uno por 2.000 millones de dólares. Además, organizamos encuentros bilaterales. Ya sea en el área de salud, de comunicación o de transporte, en política energética, en cuestiones de “buena gobernanza” o de reformas democráticas: queremos transmitir nuestras experiencias para ayudar a otros países.

Entrevista: Kersten Knipp (CP)
Editor: Pablo Kummetz