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Una lucha sin edad

Steffen Leidel - CP (15.01.2004)

El régimen Nazi y la dictadura en Argentina la despojaron de miembros de su familia, y cambiaron su vida para siempre, pero aún a sus 83 años, esta increíble mujer sigue pidiendo justicia.

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Ellen Marx: "Uno debe tener en claro que es responsable por la vida de futuras generaciones".Imagen: Leidel

Ellen Marx se enfrentó en su vida dos veces con la barbarie: Siendo una joven mujer, se escapa de los Nazis huyendo de Berlín hacia Buenos Aires. Gran parte de su familia muere entonces en los campos de concentración. Más tarde, las Fuerzas Armadas argentinas hacen desaparecer a su hija. Pero esta judía de 83 años jamás claudicó: "Uno debe tener en claro que es responsable por la vida de futuras generaciones", sentencia la Sra. Marx.

El destino lleno de avatares que le tocó no ha logrado vencer su espíritu de lucha, pero es su cuerpo frágil el que delata la carga que ha sabido llevar a través de los años. Sin embargo, lleva ese peso sin amargura. Poseedora de una admirable lucidez de espíritu, su mirada brilla y deja entrever gran iniciativa. Para darle más intensidad a lo que expresa, golpea de vez en cuando la mesa con el puño mientras nos cuenta su historia.

"No soy de aquellas personas que ante la adversidad se quedan en su casa y se ponen a llorar", dice Ellen, aún cuando la historia de su vida le ha ofrecido seguramente muchas razones para hacerlo. Poco antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, huye de Berlín, su ciudad natal, hacia Argentina, gracias a la ayuda de una organización juvenil judía. Tenía 18 años, y con sólo 10 peniques en el bolsillo llega al puerto de Buenos Aires. Nunca más vería a sus padres. "Catorce miembros de mi familia murieron en campos de concentración nazis", cuenta. En su voz no resuena queja alguna, y se expresa en un alemán cultivado. Para ella, la Argentina nunca llegó a ser su segunda patria. A pesar del pasado nazi, se siente identificada hasta hoy con la cultura alemana. "Jamás he olvidado a los clásicos alemanes, como Goethe y Schiller, por no nombrar a los músicos", recuerda entusiasmada.

En sus comienzos, se abre paso como niñera trabajando para familias de empresarios acaudalados, y todavía hoy le conmueve la enorme brecha social entre pobres y ricos que existía ya entonces en América del Sur. Más tarde trabaja en un hogar para niños. Contrae matrimonio en Buenos Aires con un alemán judío de Maguncia ( Mainz), con el que tiene cuatro hijos. Una hija y un hijo emigran hacia Israel siendo muy jóvenes. "No pudieron soportar la ola de antisemitismo que se propagaba por aquí durante los años sesenta", dice. "En ese entonces mis hijos estaban muy politizados". Su hija Leonor estudiaba Meteorología y además se comprometía políticamente, ayudando a los pobres en las "Villas Miseria" de Buenos Aires. Ellen conocía sus ideas. "Lo que me molestaba era el culto a Perón y Evita. Para ellos eran casi ángeles celestiales", cuenta la Sra. Marx.

Justamente en el cumpleaños de Ellen, el 24 de marzo de 1976, se produce el golpe militar. "Desde entonces, no cumplo más años", dice lacónicamente. Poco después de que las Fuerzas Armadas tomaron el poder, comenzó la brutal persecución de estudiantes, trabajadores y periodistas. "Si uno estudiaba Derecho Laboral en la Universidad, ya sólo por eso resultaba sospechoso", dice Ellen Marx, que tenía malos presentimientos con respecto a la actividad política de su hija. Leonor se encontraba a menudo con sus amigos en una imprenta del barrio de Mataderos, en donde confeccionaban panfletos. Las fuerzas de seguridad vigilaron el lugar durante cinco días, y luego sobrevinieron la intervención y detención ilegales.

"Golpeamos a todas las puertas"

Leonor desapareció el 21 de agosto de 1976. "Era mediodía, y mientras yo retiraba una torta del horno, ella se despidió de mí", relata la Sra. Marx. Leonor jamás volvió. "Que tuviera que pasar una vez más por el dolor y la desesperación a causa de un ser querido, es el colmo", reflexiona, hundiéndose en un silencio que dice más que mil palabras. Cierra los puños y continúa: "Corríamos como locos de acá para allá, para tener alguna noticia de nuestros hijos desaparecidos, golpeando a todas las puertas". Ellen Marx y su marido preguntaron en comisarías, hospitales e iglesias. Y se dirigieron a la Embajada Alemana. "La Embajada no nos ayudó para nada. Para ellos eran más importantes sus contratos comerciales que los desaparecidos". El responsable del secuestro de Leonor es el General Carlos Suárez Mason, Comandante del Primer Cuerpo del Ejército con Sede en Buenos Aires, el mismo que además tendría en su haber el asesinato de Elisabeth Käseman, hija del teólogo alemán Ernst Käsemann. Alemania pidió su extradición en el año 2001, la cual fue denegada. En diciembre de 2003 la justicia alemana renovó el pedido de captura de Suárez Mason.

Los militares secuestraron asimismo a numerosos ciudadanos alemanes y descendientes de alemanes . Las "madres alemanas", desesperadas, se reunían regularmente en una de las iglesias de Buenos Aires, para consultarse e intercambiar informaciones. La iniciativa surgió de la madre del estudiante desaparecido Klaus Zieschank. "Annemarie Zieschank buscaba nombres de origen alemán en las listas de desaparecidos publicadas por los periódicos más importantes, y luego llamaba por teléfono a esas familias. De esta manera se formó el grupo". Annemarie Zieschank ya ha fallecido, pero las "madres alemanas" siguen reuniéndose actualmente, gracias a la energía de Ellen Marx. El grupo se ha reducido bastante. Muchas de ellas ya murieron, otras no quieren saber más nada del pasado. Ellen Marx prefiere mantener viva la memoria de los alemanes desaparecidos.

El propio destino como advertencia

Para Ellen la lucha aún no ha terminado. "Siempre seremos un foco de intranquilidad", dijo la anciana en una reunión con miembros de la Embajada Alemana. Ha hablado en congresos y frente a organizaciones de Derechos Humanos, y ha mantenido conversaciones con varios cancilleres y presidentes alemanes, además de haber presentado su caso a la Fiscalía de Nuremberg, que realiza investigaciones en cuarenta casos de alemanes y descendientes de alemanes asesinados durante la dictadura militar en Argentina. Ellen Marx no quiere venganza, sino verdad y justicia. "Nadie podrá devolverme viva a mi hija, pero no lucho sólo por ella. Uno debe tener en claro que es responsable por la vida de futuras generaciones, y que debemos protegerlas de semejantes crímenes contra la humanidad".