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Una mezcla singular: arte y trabajos forzados

Pablo Kummetz22 de septiembre de 2004

El pasado vuelve a alcanzar a Alemania, esta vez en forma de colección de arte. En el país se ha desatado una gran controversia en torno a una exposición que se inaugura este martes de noche.

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Friedrich Christian (Mick) Flick, en medio de sus obras de arte.Imagen: AP


"No es la colección del abuelo o del padre", dijo Christina Weiss, la ministra de Cultura, en las preliminares de la inauguración de la muestra.

Friedrich Flick vor dem Kriegsverbrechertribunal in Nürnberg
Friedrich Flick, el abuelo, ante el Tribunal de Crímenes de Guerra de Núremberg. Fue condenado a siete años de prisión.Imagen: Getty Images/Keystone

Razones tuvo para decirlo: el abuelo del millonario Friedrich Christian Flick, dueño de las obras, fue el industrial Friedrich Flick, que abasteció a Hitler con armamento.

Y no sólo le vendió armas, sino que además lo hizo esclavizando a miles de trabajadores forzosos que el régimen le puso a disposición. Con su sudor, en las fábricas de Flick se produjeron aviones, partes para tanques y submarinos, bombas y granadas.

En 1937, Flick ocupaba a 85 000 trabajadores, cinco años después se había transformado en el segundo productor de acero de Alemania. En 1944 tenía la mayoría en 132 empresas, con 120 000 trabajadores.

Cuando más espantosa la guerra, mayores las ganancias

Plakate gegen Flick Ausstellung
Carteles de protesta en Berlín contra la exposición de obras de propiedad de Flick nieto.Imagen: AP

Cuanto más espantosa era la guerra, más crecían las ganancias de Flick. Su patrimonio privado llegó a ser de hasta 2000 a 3000 millones de marcos de la época. Al final del "Tercer Reich" era propietario del mayor imperio industrial privado en el país y el alemán más rico.

Flick, afiliado al partido nazi y amigo de Göring, no sólo se benefició con los encargos de armamento del gobierno, sino también de la persecusión y asesinato de los judíos. El régimen obligaba a las empresas judías a vender sus propiedades por muy poco dinero y Flick, entre otros, las "compraba".

A la "arización" de las empresas judías siguió la época más oscura en la historia del consorcio Flick: de 40 000 a 60 000 trabajadores forzados trabajaron en sus empresas, en condiciones espantosas.

Duras controversias

Esos son los antecedentes de la exposición que se inaugura hoy y las razones de las duras controversias que ha desatado.

La colección Flick es una de las más importantes colecciones privadas de arte moderno a nivel mundial. Friedrich Christian Flick comenzó comprar arte a mediados de los años 80. Hoy su colección abarca unas 2.500 obras de 150 artistas.

EL coleccionista cedió las piezas por siete años a la Sociedad de Museos Estatales de Berlín. A partir del miércoles se podrán ver 400 de las obras en el museo Hamburger Bahnhof de la capital alemana.

Lo más granado del arte moderno

La estrella de la exposición es el estadounidense Bruce Naumann, del que Flick posee el mayor complejo de obras. Entre los artistas más destacados se encuentran además Francis Picabia y Alberto Giacometti.

Uno de los bloques abarca el arte conceptual, el arte minimalista y el estructuralismo de los 60, con obras de Sol Lewitt, Lawrence Weiner, Robert Ryman, Marcel Broodthaers, Nam June Paik, Dieter Roth y Dan Graham.

Numerosas personalidades, sobre todo del mundillo del arte, y asociaciones de víctimas del nazismo se oponen vehemente a la exposición "financiada con el patrimonio sangriento heredado del abuelo".

Al presentar la colección en rueda de prensa, el mismo Flick dijo respetar la opinión de sus críticos. Sin embargo aseguró que siempre calificó de crimen de guerra la actuación de su abuelo y señaló que "los artistas de la colección no pueden ser responsabilizados de ello". Lo que nadie hace, por otra parte.

La combinación de industria bélica, guerra de exterminio y trabajo forzado con obras de arte va a plantear a muchos visitantes de la exposición preguntas y problemas de conciencia. Y quizás ése sea el aporte más importante de la muestra.