Unión Europea: ¿maltrato a migrantes?
14 de agosto de 2007Ante embajadores de varios países miembros de la Unión Europea, la cancillería paraguaya ha solicitado mejor trato a sus emigrantes. El caso de once paraguayos detenidos en el aeropuerto de Barajas, dejados casi incomunicados antes de ser devueltos a su país fue la gota que derramó el vaso. Se trataba de personas que aducían un viaje turístico.
“Estamos pidiendo un trato digno, respeto a los derechos humanos y la posibilidad de que nuestros funcionarios tengan acceso a las zonas restringidas de los aeropuertos para asistir a quienes no son admitidos”, había dicho, según informan agencias, el canciller paraguayo, Rubén Ramírez, tras su encuentro con diversos diplomáticos europeos.
A este respecto cabe resaltar que el índice de migración del Paraguay, sobre todo hacia España, es alto. Las cifras no son claras: oscilan entre los 40 y los 50.000 para el año 2006. Según informaciones de la Embajada Española en Asunción, menos del 5 por ciento de ellos fue rechazado el año anterior; al doble se le ha prohibido la entrada en lo que va de este año.
Las quejas se multiplican
Conocido es el tema, y no sólo con paraguayos. Las quejas por “devolución rápida” de ciudadanos latinoamericanos –sobre todo chilenos, uruguayos y ecuatorianos- se han multiplicado en el último tiempo. El asunto fue ya objeto de una queja hace pocos días por parte del ministro chileno de Exteriores, Alejandro Foxley. Ciudadanos chilenos han sido regresados tan pronto pisar suelo europeo. El caso de una niña ecuatoriana y su madre, ilegales en Bélgica, cuya deportación está pendiente, también levantó olas en las cúpulas gubernamentales y diplomáticas del país sudamericano. Por su parte, el ministro uruguayo de Exteriores, Reinaldo Gargano, calificó el tratamiento que se da en Europa a sus conciudadanos de vejatorio.
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Devolución por vía rápida
Es evidente que todos estos no son casos aislados; son la concretización de una política migratoria más dura, o en su defecto, más consecuente a nivel de la Unión Europea: abrir los espacios interiores y controlar mejor las fronteras exteriores. En espacios europeos unificados, la migración es un asunto claramente comunitario, a pesar de que ella sea, todavía, competencia de cada miembro del club europeo. Esta mano dura hacia los inmigrantes –que algunos califican de xenofobia- se ha visto alimentada por la última ampliación de 2007, a raíz de la cual se temía una inundación de mano de obra más barata proveniente de Bulgaria y Rumania se temen A ello se suma la migración masiva desde el África, un asunto que, sobre todo en verano, enciende los focos de alarma en las costas europeas sureñas casi a diario.
De la conciencia a los hechos
Y es que mientras haya pobreza, dicen los expertos, no habrá muralla ni control fronterizo capaz de parar la migración, legal o ilegal. Por otro lado, Europa, con su población que envejece y disminuye, requiere de esa mano de obra. El propio comisario europeo de Justicia, Franco Frattini, lo reconoce y propone nuevas directivas, tanto para facilitar el retorno como para fomentar la integración de los “ciudadanos de terceros países en la diáspora”. Los planes de Frattini van más lejos e incluyen una ambiciosa, y controvertida, directiva de migración circular. Es decir, permisos de estadía y trabajo temporales, léase cuatro o cinco meses al año. Según informa la Comisión Europea, a finales del 2007 el proyecto estará listo para ponerlo a consideración de las instancias europeas.
En resumen, el que las quejas de los diversos países latinoamericanos se hayan multiplicado en el último tiempo, obviamente, no es fortuito. Se trata efectivamente de que la Unión Europea está consolidando su política de migración, controlando sus fronteras por un lado y desarrollando –quizá no al ritmo requerido- nuevas directrices para hacer frente a ella, organizada y legalmente.
Mientras tanto el drama humano, sigue pues continúa la contradicción entre la necesidad de mano de obra y la protección de los mercados laborales. En el camino hacia allá, sólo cabe resaltar la importancia de estar conscientes tanto de los derechos de cada individuo como de las normas que rigen en estos momentos en los aeropuertos europeos.