Urbanismo social berlinés, patrimonio de la humanidad
7 de julio de 2008En su momento, supusieron toda una revolución arquitectónica y social: las seis urbanizaciones modernistas berlinesas que la UNESCO acaba de declarar patrimonio de la humanidad no sólo marcaron pautas en el urbanismo del siglo XX, sino que plasmaron también las visiones sociopolíticas de la República de Weimar.En los complejos arquitectónicos, construidos entre los años 1913 y 1934, es decir, entre la primera guerra mundial y la llegada al poder de Hitler, confluyeron las vanguardias del arte y la arquitectura, con el propósito de proporcionar a la población viviendas dignas, gratas y de precios accesibles.
El oscuro Berlín de comienzos de siglo
Por ese entonces, la escasez habitacional era apremiante en Berlín. Se estima que a comienzos de los años 20 del siglo pasado faltaban unas 130.000 viviendas en la capital alemana. Y muchas de las que había, ofrecían condiciones deplorables. El 90% de las personas que arrendaban viviendas tenía que conformarse con habitaciones oscuras y estrechas, la mitad de las cuales daba a húmedos patios traseros. Sólo un 10% de los arrendatarios contaba con un baño propio.
La realidad estaba en crasa contradicción con los ideales de la República de Weimar. Con el propósito de lograr que el derecho a la vivienda digna y saludable que la Constitución asignaba a cada ciudadano fuera una realidad, se puso en marcha un programa de construcción sin precedentes en la Europa de entonces. Cooperativas o empresas constructoras sin fines de lucro pusieron manos a la obra, de la mano de grandes arquitectos como Walter Gropius, Otto Bartning, Bruno Taut o Martin Wagner.
Nuevos estándares en Europa
El contraste de las nuevas viviendas sociales con las miserables construcciones comunes a fines del siglo XIX no podía ser mayor: los nuevos departamentos eran luminosos, de líneas claras, tenían buena ventilación y, en general, contaban con generosas áreas verdes. Además, el baño y la calefacción central eran obligatorios en cada unidad habitacional, lo cual representaba es esa época un estándar único en Europa.
Según el jefe de la entidad encargada de preservar los monumentos en la región de Berlín, gracias a sus vanguardistas urbanizaciones sociales, la ciudad se convirtió rápidamente en la “metrópoli del urbanismo moderno”. La UNESCO otorga ahora el reconocimiento a esta revolución arquitectónica, incorporando a las seis urbanizaciones (Gartenstadt Falkenberg, Siedlung Schillerpark, Hufeisensiedlung Britz, Wohnstadt Carl Legien, Ciudad Blanca y Siemenstadt) a la lista de los sitios considerados patrimonio de la humanidad. Un galardón de no hace más que coronar la fama de estas construcciones, aún hoy codiciadas por la población. Unas 10.000 personas viven actualmente en estos departamentos, que en su mayoría han sido saneados y refaccionados y suelen estar en manos de propietarios particulares.