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Venezuela: ¿Con Delcy hacia la dictadura?

Uta Thofern
9 de agosto de 2017

La nueva mujer fuerte de Venezuela ha ocupado el Parlamento con su "Asamblea Constituyente". Esto significa el fin de la democracia y el comienzo de una nueva división en Latinoamérica, opina Uta Thofern.

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Venezuela Außenministerin Delcy Rodriguez in Caracas
Imagen: Reuters/M. Bello

La ocupación de un edificio con protección policial: así parece ser el socialismo del siglo XXI, por lo menos en Venezuela. Unidades militares con escudos de tamaño humano no permitieron que los diputados, que fueron elegidos democráticamente, accedan al Parlamento para que Delcy Rodíguez, presidenta de la llamada Asamblea Constituyente, pueda tomar con sus delegados y con tranquilidad la cámara de sesiones. A esto se le llama usurpación: asalto al poder.

Una vez más, los chavistas en Venezuela demuestran que desprecian la democracia. Apropiarse del Parlamento, el mayor símbolo del deseo libre de los votantes y dejar fuera a los diputados, es algo más que una provocación. Con este paso, los chavistas han dejado definitivamente claro que su socialismo no tiene nada que ver con la democracia, sino que ha desembocado en un clásico Estado monopartidista comunista, al estilo cubano. Los camaradas de Nicaragua ya demostraron cómo funciona un sistema así, con una oposición proforma que no cuenta ni con derechos ni con oportunidades.

El presidente subordinado a Delcy Rodríguez

En Venezuela está programada la próxima farsa electoral, las elecciones regionales, para diciembre de 2017, después de las "elecciones" para elegir la Asamblea Nacional Constituyente, que violaron todos los principios de voto igualitario. Hasta entonces, dicha Asamblea, que no representa de ninguna manera al pueblo, dispone de tiempo más que suficiente para neutralizar totalmente a la oposición.

 

Uta Thofern dirige la redacción de Latinoamérica de Deutsche Welle.
Uta Thofern dirige la redacción de Latinoamérica de Deutsche Welle.

Bajo la presidencia de Delcy Rodríguez, la Constituyente ya se ha autoconcedido poderes especiales, por los que los otros órganos estatales están supeditados a ella, incluyendo el presidente y al Parlamento. Una "Comisión de la Verdad" se ocupará de los muertos en las manifestaciones de las últimas semanas. Se teme que se produzca una caza de brujas de opositores. Se teme que tendrá lugar una depuración a todos los niveles y, sobre todo, en el Ejército, que desempeña un papel clave en la preservación del poder de los chavistas. El supuesto intento de golpe de Estado del fin de semana pasado es un bienvenido pretexto. Parece que Venezuela se inspiró en el ejemplo de Turquía.

¡Autócratas de todo el mundo, uníos! Delcy Rodríguez podría ser la primera mujer que hará historia en este ilustre círculo. El presidente Nicolás Maduro, anteriormente elegido al fin y al cabo democráticamente, le concedió la llave del poder aparentemente de forma voluntaria. Que ella algún día se apartará o no del poder, es otra historia. Rodríguez es inteligente y con talento para la retórica, no le hace asco a ningún escándalo y sus participaciones en las organizaciones internacionales son míticas. Maduro se sigue colgando todavía con gusto una capa democrática cada vez más raída. Cuando Rodríguez fue ministra de Exteriores, la diplomacia tampoco era su fuerte, atizaba conflictos y tácticamente era muy astuta.

La nueva división de Latinoamérica

Independientemente de cómo se repartan los papeles entre ambos, algo lograron ya en conjunto: América está nuevamente dividida. La Organización de Estados Americanos, que desde la política de acercamiento iniciada por Obama hacia Cuba representaba por primera vez a todos los países de América, no ha conseguido lograr una postura común con respecto a Venezuela. Durante el encuentro de ministros de Exteriores de ayer, al que Estados Unidos no estuvo invitado para no alimentar el reproche de imperialismo, se criticó en un documento de 16 puntos la ruptura del orden democrático en Venezuela. A pesar de todo, cinco de los 17 participantes no lo firmaron.

Entretanto, Maduro consiguió el apoyo de once miembros de la Alianza Bolivariana ALBA e hizo un llamado al diálogo entre la ALBA y los críticos de Venezuela, pero no debe malinterpretarse como intento de conciliación. El diálogo tendrá lugar bajo el auspicio de la CELAC, es decir, sin Estados Unidos. De esa manera, Venezuela impulsa un nuevo intento de escisión entre los grandes países latinoamericanos, como México, Colombia o Argentina, que critican su política e, independientemente de las tensiones, consideran que Estados Unidos es parte de América y también entre los países pequeños, que siguen dependiendo en gran parte del petróleo venezolano. Es un acto vergonzoso, pero hábil. Parece tener más la firma de Delcy Rodríguez que de Nicolás Maduro.