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Venezuela, el golpe y la soldadesca

31 de marzo de 2017

La fiscal general de Venezuela, cercana al Ejecutivo del presidente Maduro, sorprendió el viernes (31.3.2017) al denunciar la “ruptura del orden constitucional” en el país. ¿Seguirán sus pasos las Fuerzas Armadas?

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Venezuela Armee Raketenwerfer und Soldat
Imagen: picture-alliance/AP Photo/F. Llano

El viernes 31.3.2017 la fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega, declaró sin rodeos que la sentencia número 156 del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), emitida el 29 de marzo, representaba una "ruptura del orden constitucional” en el país. Mediante ese fallo, la corte –dominada por fichas del oficialismo– despojó de sus facultades legislativas a los miembros de la Asamblea Nacional –de mayoría opositora– y le transfirió sus funciones a sus propios magistrados. Desde entonces se denuncia, dentro y fuera del país, que el Gobierno de Nicolás Maduro orquestó un autogolpe de Estado. Las palabras de Ortega sorprendieron porque, con frecuencia, ella misma ha tomado decisiones que han puesto en entredicho su independencia del Ejecutivo.

Hasta ahora, Ortega es la única funcionaria cercana al gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en criticar la moción del TSJ. ¿Seguirán sus pasos los portadores de charreteras? Abundan los adversarios del chavismo que claman porque las Fuerzas Armadas se pronuncien sobre este punto de inflexión de la crisis nacional. Pero, ¿qué cabe esperar de los militares? "No debería esperarse mucho porque ellos son parte del status quo, no solamente en la administración pública, sino también en el ámbito de la economía legal e ilegal. Además, ellos no conforman un bloque monolítico; nunca lo han sido. Quien organizó la intentona golpista de 1992 no fueron las Fuerzas Armadas en pleno, sino un pelotón”, explica el politólogo Daniel León.

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"La cúpula de esa institución no controla por completo lo que hacen sus subalternos. Además, ella está integrada por facciones con diferentes simpatías o lealtades políticas. Hoy día, los unos son opositores, los otros chavistas o chavistas no-maduristas, y eso sin mencionar a los que siguen a Diosdado Cabello en lugar de seguir a Maduro”, agrega el investigador de la Universidad de Leipzig. A sus ojos, ni siquiera en la Carta Magna venezolana está claro lo que los hombres y mujeres de oliva deberían hacer frente a un golpe del Ejecutivo contra el Parlamento. "En la Constitución se habla vagamente sobre la defensa del Estado de derecho. Por ejemplo: ¿deben los soldados sentirse aludidos en este instante por el artículo 350?”, pregunta León.

Pronunciamientos claros

"El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”, reza el artículo 350. "Yo no estoy seguro; pero creo que no es deseable que los uniformados respondan a llamados de rebelión”, dice León. "No es necesario que los militares den cañonazos ni que tomen las riendas del país y lo rijan, cosas que además no están en capacidad de hacer actualmente por su falta de cohesión interna”, sostiene, por su parte, Ivo Hernández, de la Universidad de Münster. "Bastaría con que dejaran clara cual es su posición frente a los hechos”, acota.

"Así lo ha hecho la Iglesia católica. ¡Y sin ambages! Puertas adentro, un pronunciamiento de los oficiales debilitaría a la dictadura de Maduro. La crisis político-institucional de Venezuela exige que los uniformados den un paso al frente y creo que ellos lo harán más temprano que tarde porque, si la situación del país se sigue deteriorando a la velocidad con que lo hace, tanto el Ejecutivo de Maduro como la élite marcial cooptada por el chavismo terminarán por perder el control de todo, independientemente de que tengan todos los poderes públicos en sus manos”, predice Hernández. Para Fernando Mires, profesor emérito de la Universidad de Oldenburg, los militares lo pensarán dos veces antes de seguir el ejemplo de la fiscal general.

"En términos jurídicos, que no políticos, las Fuerzas Armadas están a la orden del Poder Ejecutivo y no del Legislativo. Por juramento, ellas obedecen ciegamente al Gobierno y no al Parlamento. Esa es la argucia formal que le permite a la cúpula militar apoyar a Maduro mientras él sea el presidente legítimamente elegido de Venezuela. Desde luego, los militares se respaldan a sí mismos porque, cuantitativamente, el de Maduro es un Gobierno militar. Yo no sé si los uniformados podrían asumir una postura distinta de la que hoy exhiben porque eso sólo se discute en los rincones más oscuros de los cuarteles. Sin embargo, la historia nos ha enseñado que hay momentos en que a las Fuerzas Armadas no les queda otra opción sino actuar”, explica Mires.

Präsident Nicolas Maduro und Vladimir Padrino Lopez
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y su ministro de Defensa, Vladimir Padrino López.Imagen: picture-alliance/dpa/Miraflores Press

Intereses militares

"¿Cuándo actúan y por qué? No lo hacen a favor de una causa específica, sino para proteger su propia integridad, cuando existe el riesgo de una fractura en su seno. Como muestra, un botón: el golpe de Estado en Chile. No era el alto mando militar el que quería dar ese golpe; éste sólo apoyó esa moción cuando tomó consciencia de que, si no intervenía rápidamente, los oficiales jóvenes propinarían el golpe de todas maneras y terminarían partiendo en dos a las Fuerzas Armadas. El mismo Augusto Pinochet se convirtió en un militar golpista apenas unos meses antes del 11 de septiembre de 1973. En la Venezuela de hoy, los militares tienen más que defender porque ocupan muchas posiciones en el establishment”, añade el experto de Oldenburg.

"Los Gobiernos de Caracas y La Habana son los que tienen más oficiales en el poder. Durante la dictadura de Pinochet en Chile, el 40 por ciento de los cargos públicos estaban ocupados por militares; en la Venezuela de Maduro se trata del 60 por ciento. En otras palabras, el régimen de Maduro está más militarizado que la más militarizada de las dictaduras latinoamericanas previas. Eso suele perderse de vista porque Maduro mismo no es un uniformado; pero ni Hugo Chávez, que era teniente coronel, tenía a tantos militares en la administración pública del país. En todo caso, la esperanza de que las Fuerzas Armadas se alcen para salvaguardar el Estado de derecho es producto de algunas mentes afiebradas dentro de la oposición antichavista”, lamenta Mires.

"El ángel armado”

"Hay sectores de la oposición que sueñan en voz alta con el ángel armado que los salvará de Maduro y lo que logran es evidenciar una profunda desconfianza en sí mismos; no se creen capaces de actuar por cuenta propia; no parecen darse cuenta de que, aunque es posible que las Fuerzas Armadas venezolanas se dividan, ese cisma no tendrá lugar por sí solo. Esa división ocurrirá cuando existan, simultáneamente, una fuerte presión externa e interna. En este instante sólo me consta que existe la presión externa y ésta debe continuar para que haya militares suficientes dispuestos a sumarse a la oposición. Si la oposición no se mueve, los militares no se le unirán”, señala Mires. Esa es una noción inquietante por sus implicaciones para el monopolio de la violencia.

Si se dividen las Fuerzas Armadas, ¿no se daría pie a la existencia de dos bandos armados y, en consecuencia, no se allanaría el terreno para una guerra civil? ¿Qué facción tendría legitimidad para blandir las armas en nombre del Estado? "Eso dependerá de la correlación de fuerzas dentro del Ejército, la Marina y la Aviación. Claro, a mí me falta información privilegiada al respecto. De hecho, yo creo que ni el ministro venezolano de Defensa, Vladimir Padrino López, sabe con cuántos soldados leales cuenta el chavismo”, dice el catedrático de Oldenburg. Hernández, de la alma máter de Münster, acota: "Eso dependerá también del nivel de descontento de la población de cara al Gobierno, de cómo éste se manifieste y con qué persistencia”, alega.

"Un millón de personas protestando en la calle ejercen una enorme presión sobre el Gobierno. Y son muchos millones más los que quieren un cambio político. Después de todo, la oposición domina el Parlamento con el apoyo de dos tercios del electorado”, recuerda Hernández.

Evan Romero-Castillo