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"Yo nunca aplaudí al socialismo del siglo XXI"

28 de febrero de 2018

Hasta su jubilación en 2017, Wolfgang Gehrcke era el único diputado del Bundestag en autoproclamarse comunista. DW lo entrevistó para saber cómo ve la situación de Venezuela este “dinosaurio” de la izquierda alemana.

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Wolfgang Gehrcke
El bávaro Wolfgang Gehrcke se retiró de la vida política en 2017.Imagen: picture-alliance / Sven Simon

Wolfgang Gehrcke es considerado un “dinosaurio” de la izquierda germana. Hasta 2017, cuando se retiró de la política, él era el único diputado del Bundestag en autoproclamarse comunista. El bávaro de 74 años pasó del Partido Comunista Alemán (DKP) al Partido del Socialismo Democrático (PDS) y luego a Die Linke, la mayor alianza izquierdista. DW habló con él para saber cómo ve la situación de Venezuela un comunista alemán.

Deutsche Welle: Señor Gehrcke, ¿qué es para usted el comunismo?

Wolfgang Gehrcke, Die Linke
Gehrcke: “Es una osadía pretender darles consejos a los venezolanos desde Alemania”.Imagen: Imago/Itar-Tass

Wolfgang Gehrcke:  El aspecto fundamental de los planteamientos hechos por Karl Marx y Friedrich Engels es el reconocimiento de la necesidad de alterar todas las estructuras que ponen al ser humano en una posición servil. El comunismo clama y busca más justicia; no solamente justicia social y justicia económica, entendidas como herramientas para proporcionarles buenas condiciones de vida –sobre todo educación y, en consecuencia, oportunidades de desarrollo– a los sectores más desfavorecidos de un país determinado, sino también justicia en las relaciones internacionales. A mis ojos, la noción de comunismo también contempla implícitamente la voluntad de resolver todas las diatribas con la razón, sin recurrir a la guerra. Muchas cosas han cambiado en los últimos cien años, pero no las relaciones de poder contra las que se rebelaron los primeros comunistas.

Nicolás Maduro aspira a la reelección en Venezuela con apoyo del Partido Comunista local. ¿Cómo evalúa usted el desempeño de los "revolucionarios bolivarianos" en ese país? ¿Siente usted que el chavismo sea una vergüenza para la izquierda global?

La situación de Venezuela da pie a críticas y preguntas incómodas que la izquierda puede y debe responder. Yo preferiría hablar de Gobiernos de izquierda bien percibidos internacionalmente, con los que no dé pena dejarse ver. Pero lo más importante para mí es el contenido del programa político de Maduro: mientras él quiera cambiar las relaciones sociales en Venezuela para mejorarlas, él puede contar con mi respaldo.

¿Piensa usted que Maduro tenga un plan para mejorar las relaciones sociales en Venezuela?

En principio, sí. En esencia, el Gobierno venezolano se ocupa de cuestiones fundamentales como la apertura del acceso a la riqueza petrolera y la reducción de la pobreza. Yo sufro mucho sabiendo que los habitantes más infortunados del país no pueden ni siquiera conseguir alimentos y medicinas. Creo que Venezuela ya sufrió suficiente a causa de la hegemonía de los contrarrevolucionarios.

Maduro winkt, als er zum Treffen mit der Kommunistischen Partei Venezuelas (PCV) in Caracas kommt
Maduro durante su encuentro con el Partido Comunista de Venezuela. (26.2.20178)Imagen: Reuters

El régimen de Maduro niega la existencia de una crisis humanitaria y atribuye el desabastecimiento a una "guerra económica" fraguada desde el extranjero. ¿No cree usted que, tras dieciocho años en el poder, el chavismo debe asumir responsabilidad por los efectos de su modelo político-económico

Muchas de las variables que afectan a los habitantes de un país pueden ser alteradas desde fuera. Eso quedó claro a más tardar durante el Gobierno de Salvador Allende, con los problemas económicos que sufrió Chile y la presión ejercida por Estados Unidos sobre ese país. En el caso de Venezuela, Nicolás Maduro tiene como desafío el empeño del nuevo ocupante de la Casa Blanca en empeorar las relaciones Caracas-Washington.

 

Los aliados de Maduro fuera de Venezuela insisten en que son las sanciones de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea las que causan desabastecimiento en el país, pero ese fenómeno no es nuevo. Especialistas atribuyen la crisis productiva, económica y financiera a las políticas aplicadas por el propio chavismo…

Pero es que el mensaje del chavismo no es '¡volvámonos todos ricos!', sino '¡repartamos lo que hay más justamente!'. Y esa es una visión que yo siempre voy a apoyar. Hasta ahora, la oposición antichavista no ha presentado un solo programa para mejorar las relaciones sociales en el país o para distribuir más justamente los beneficios derivados de la producción petrolera; no ha aportado nada a ninguna cuestión relevante.

En Alemania y el resto de Europa, la crisis político-institucional venezolana tiende a ser descrita como un conflicto entre un Gobierno de izquierda y una oposición de derecha; pero tres de los cinco partidos antichavistas de mayor peso pertenecen a la Internacional Socialista. ¿Cómo se explica usted eso?

Esa visión de las cosas no es del todo infundada. En América Latina, la Internacional Socialista siempre se puso del lado de la contrarrevolución. Eso no puede ser olvidado de la noche a la mañana. Varios golpes de Estado perpetrados en países latinoamericanos fueron auspiciados por la Internacional Socialista. Esa organización es un cascarón vacío; el propósito que se le atribuye –la búsqueda de más justicia para el mundo– no existe.

¿A qué atribuye usted el hecho de que el llamado "socialismo del siglo XXI" haya tenido efectos tan distintos en Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela? ¿Qué está haciendo mal Maduro?

Yo nunca aplaudí la teoría del 'socialismo del siglo XXI' que Hugo Chávez puso en circulación porque eso sugería que, desde su perspectiva, la izquierda europea había fracasado y que el socialismo del siglo XX no daba la talla a la hora de resolver problemas contemporáneos. Yo hubiera preferido menos ruptura y un intercambio de ideas más intenso entre las izquierdas de los diferentes continentes.

Venuzuela Präsident Hugo Chavez und Bundeskanzlerin Angela Merkel in Lima
El difunto Hugo Chávez se encontró con la canciller alemana, Angela Merkel, en 2008.Imagen: picture-alliance/dpa

¿La izquierda alemana nunca tuvo acceso directo a Nicolás Maduro?

A Maduro lo conocí cuando él era ministro de Exteriores de Venezuela (2006-2013). Yo lo vi por última vez tras la reelección de Daniel Ortega como presidente de Nicaragua, durante su juramentación (10.1.2017). En aquella ocasión, Ortega comentó que quienes conquistan el poder debían estar dispuestos a soltarlo para propiciar cambios necesarios en el propio país. Supongo que ese mensaje estaba dirigido a Maduro.

Yo no hablo nada de español. Apelando a un traductor intenté persuadir a Maduro de hallar una manera de involucrar a la oposición en el diseño y la aplicación de las políticas de Gobierno, porque yo no creo que el Ejecutivo pueda resolver los problemas del país sólo por la fuerza o a punta de violencia. Entonces estaba convencido de que Maduro buscaba seriamente la concordia con sus opositores y eso me parecía razonable.

¿Y cómo era la relación de la izquierda alemana con Hugo Chávez?

Yo me reuní con Chávez varias veces, pero conversar con él no era fácil; lo único que podía hacer era escucharlo porque él no estaba dispuesto a prestarme oídos. Cuando le planteé mis críticas al 'socialismo del siglo XXI', él respondió toscamente con una pregunta: '¿Acaso ustedes desarrollaron un proyecto mejor?'. Y no le faltaba razón: la izquierda europea debe dar menos consejos y recibir más recomendaciones de otros.

En 2007, Oskar Lafontaine, una de las figuras más prominentes de Die Linke, cruzó el Atlántico para extenderle la mano a la izquierda latinoamericana y “aprender” de ella. ¿Qué se aprendió?

No mucho. Nosotros no entendemos a Latinoamérica. Su izquierda nos resulta extraña, completamente ajena a nuestro marxismo de origen industrial. Para empezar a aprender de América Latina debemos aceptar realmente que el camino que nosotros tomamos en Europa tampoco fue particularmente exitoso. Basta mirar lo que ocurrió con la Unión Soviética y luego Rusia, entre otros Estados europeos.

Es una osadía pretender darles consejos a los venezolanos desde Alemania, sobre todo considerando que la Unión Europea se ha parcializado flagrantemente a favor de los adversarios del presidente Nicolás Maduro. Yo creo que la política exterior más razonable de cara a la cuestión venezolana es la del Vaticano: el papa Francisco ha apostado a la mediación.

Evan Romero-Castillo (VT)

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