Veredicto contra Dutroux: culpable
17 de junio de 2004El caso causó conmoción en Bélgica y mucho más allá de sus fronteras. Cuando en agosto de 1996 dos niñas fueron rescatadas de la mazmorra en que se hallaban, tras sufrir un largo cautiverio y vejaciones, el mundo entero supo del sórdido caso de abuso sexual de menores secuestradas, que costó la vida a otras cuatro niñas. El principal acusado: Marc Dutroux. Pero no sólo él terminó en el banquillo, sino también su ex mujer, su cómplice, Michel Lelièvre, y el turbio hombre de negocios Michel Nihoulun... y también la sociedad belga en su conjunto. Porque rápidamente cundieron las sospechas de que no se trataba de crímenes aislados sino de una red de pedofilia, con conexiones que llegaban incluso a la esfera política.
La voz del jurado
Con el inicio del juicio, el 1 de marzo, Bélgica comenzó a revivir los pormenores de este trauma nacional. El jurado tuvo que decidir en nada menos que 243 puntos de la acusación. El veredicto fue diferenciado, pero claro. Dutrox fue hallado culpable de haber asesinado a An Marchal y Eefje Lambrecks a mediados de la década de los 90, y a su cómplice de entonces, Bernard Weinstein. Esto ya bastaría para una condena a cadena perpetua. Pero hay bastante más, porque quedó demostrada su participación en el secuestro de las otras dos víctimas fatales, Julie y Melissa, que tenían entonces sólo 8 años de edad, y de las dos niñas que lograron salvarse: Sabine Dardenne y Laetitia Delhetz.
También se espera que los otros acusados, la ex mujer de Dutroux, Michelle Martin, y Michel Lelièvre, reciban penas de cárcel. En cuanto a Nihoulun, la mayoría del jurado se mostró convencida de su culpabilidad, pero no hubo un fallo unánime, de manera que tres jueces de oficio tendrán que revisar su caso y llegar a un veredicto. Las sentencias serán dictadas la próxima semana.
Resabios amargos
Se cierra así uno de los capítulos más estremecedores de la historia reciente de Bélgica. Pero no se desvanece del todo el mal sabor que ha dejado en la boca de la ciudadanía este truculento episodio. Sobre todo porque, en su transcurso, quedaron en evidencia contradicciones y problemas que pusieron en tela de juicio a la Justicia de ese país. Por ejemplo, en octubre de 1996, un tribunal belga alejó del caso, por presunta parcialidad, al juez Jean Marc Connerotte, que fue quien investigó con mayor ahínco los posibles vínculos de políticos y magistrados con el caso.
Ese mismo mes, 300 mil personas salieron a las calles para exigir el total esclarecimiento de los crímenes y sus implicaciones. La sentencia contra Dutroux y sus cómplices permitirá respirar a los familiares de las víctimas y a los belgas en general. Pero nadie olvidará tan fácilmente el episodio, que hizo despertar a los belgas de su apacible sueño de ser una especie de isla de tranquilidad.