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Vinos germánicos

ERS19 de enero de 2007

En el país de la cerveza, también el vino tiene su rey: el Riesling, la cepa que ha dado fama mundia al vino blanco alemán. Pero también hay tintos...

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El vino tiene cada vez más adeptos en Alemania.Imagen: AP

La historia vinícola de las tierras germanas se remonta a los tiempos del imperio romano. Entusiastas colonizadores, los romanos de aquel entonces comprendieron rápidamente que, para seguir disfrutando del vino, les resultaba más fácil cultivar la vid en las zonas conquistadas que transportar ánforas a lo largo de cientos de kilómetros.

El estigma del "Liebfrauenmilch"

Muchas aguas han corrido desde entonces por los cauces del Rin y del Mosela, hoy en día escenario de numerosos viñedos. La fama del vino alemán, sin embargo, no llega a emular esa centenaria tradición. Si bien los expertos alaban algunos de los mostos producidos en estas tierras nórdicas y aseguran que sus Riesling despliegan filigranas de sabores inigualables, lo cierto es que en el exterior poco se sabe de ellas fuera de los círculos iniciados. El grueso de los consumidores suele conocer, a lo sumo, el "Liebfrauenmilch", un brebaje que hace arrugar el ceño a los entendidos y que no le ha hecho precisamente un buen servicio al vino alemán.

El Mosela y sus laderascubiertas de viñedos.
El Mosela y sus laderascubiertas de viñedos.Imagen: M.Nelioubin

Este vino, que debe su nombre originalmente a los viñedos de una Iglesia dedicada a Nuestra Señora (Liebfrauenkirche) en la zona de Worms. Hoy basta con que el 85% de las uvas empleadas en su fabricación provenga de cuatro regiones productoras: Rheinhessen, Rheinpfalz, Rheingau y Nahe. En el mejor de los casos, se trata de un vino ligero, aromático y dulzón. En el peor, simplemente de un vino dulzón, sin mayor sabor. Nada de complejidad, nada de acidez, nada de elegancia. Aún así, su éxito comercial resulta innegable, por mucho que se lamenten los expertos.

El imperio del Riesling

En el otro extremo se encuentran los Riesling de alta calidad que pueden desarrollar, con complejas notas de sabor y aroma. Algunos consideran que esta cepa es la más aristocrática del mundo y la prefieren incluso al Chardonay. Sobre gustos se puede discutir. Pero fuera de toda discusión queda el hecho de que esta es la gran cepa alemana por excelencia, caracterizada por su fina acidez.

Vendimia en la abadía de St.Hildegard, junto al Rin.
Vendimia en la abadía de St.Hildegard, junto al Rin.Imagen: dpa - Bildfunk

Si bien las denominaciones de origen también se emplean en la vinicultura alemana, en muchos de los casos lo determinante no es la región, sino la ubicación de cada viñedo lo que marca la diferencia. En un país donde el sol suele escasear, las laderas más expuestas a las ocasionales apariciones del astro rey suelen ser también las favoritas. También es necesario tomar en cuenta la composición del suelo, en parte clave de las notas que ofrece un mosto. Además, como en todo el mundo, sólo un buen enólogo está en condiciones de elaborar un buen vino.

Para todos los paladares

Considerando todos estos factores, no es fácil orientarse en el amplio y entreverado mercado germano, en el que continuamente surgen nuevos productores, dispuestos a conquistar el mercado. Cómo brújula a la hora de escoger un vino alemán, resulta pues más útil guiarse por las cepas, si bien todo depende de la mano que las haya guiado hasta llegar a la botella.

Weinglas und Karaffe
El tinto no abunda en Alemania, pero existe.Imagen: Bilderbox

El Riesling, que campea indiscutiblemente en el paladar de los conocedores, tiene también lo que podría considerarse un hermano menor: el Silvaner, con menos acidez y también menos aspiraciones. Del cruce de ambos nació, a su vez, el Müller-Thurgau, una de las cepas que más se cultiva en Alemania. Apreciada por su rendimiento y su vino fácil de degustar, no ofrece en cambio las sutilezas que tanto aprecian los expertos. Más encanto tiene, en cambio, el Gewürztraminer, que destaca por su tono dorado y su carácter aromático y floral.

Finalmente no hay que olvidar que el abanico vinícola alemán incluye también unas gotas de tinto. Sólo cerca de un 18% de las 100 mil hectáreas de viñedos está dedicado a estas cepas, entre las que destaca el Pinot Noir, aquí llamado Spätburgunder. Para los amantes del vino tinto, la región ideal es el Ahr, la región productora más septentrional de Alemania.