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Vitaminas para Al Qaeda

Emilia Rojas25 de mayo de 2004

La guerra contra Irak fortaleció a la red terrorista de Al Qaeda, en lugar de debilitarla. A esta conclusión llega el prestigioso Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, de Londres, en su último informe.

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La guerra contra Irak fortaleció a la red de Bin Laden, según el IISS.Imagen: AP

El análisis que realizan los expertos del afamado instituto londinense de Estudios Estratégicos (IISS) resultó demoledor para la Casa Blanca. De acuerdo con el informe que dieron a conocer en la capital británica, la red de Al Qaeda ha recobrado fuerza y la gran atracción que ejerce su líder, Osama Bin Laden, no se ha reducido. Un balance desalentador después de la "cruzada" lanzada por Washington contra el extremismo islámico y a más de un año de la intervención en Irak, país al que el presidente estadounidense, George Bush, acababa de definir en su discurso de anoche como el principal frente de la batalla antiterrorista.

Blancos potenciales

Peor aún. El informe del IISS plantea que la guerra contra Irak ha contribuido decisivamente a que Al Qaeda tenga gran arrastre y a que haya mantenido su poder de actuar después del derrocamiento del régimen talibán en Afganistán, país donde la organización de Bin Laden tenía su centro de operaciones. Los expertos del instituto, que tradicionalmente no han sido muy críticos con Estados Unidos, estiman que actualmente la red terrorista cuenta con cerca de 180 mil activistas dispuestos a perpetrar atentados.

En opinión del centro de estudios londinense, ha aumentado el riesgo de que estos potenciales terroristas asesten un golpe en Europa, dado que Estados Unidos ha incrementado considerablemente sus medidas de seguridad interna. Los analistas advierten que, después de los atentados cometidos en países como Turquía, Arabia Saudita y España -en los que actúan grandes fuerzas opuestas a una alianza demasiado estrecha con Estados Unidos-, sería "lógico" prever un atentado en Gran Bretaña.

Otro boomerang contra Bush

Para el presidente Bush, que ve caer en picada el respaldo de la opinión pública a su política en Irak, las cosas no se presentan bien. Incluso su anunciada intención de cerrar y demoler la prisión de Abu Grahib, donde soldados estadounidenses torturaron a prisioneros iraquíes, se volvió en su contra como un boomerang. Al margen de los aplausos que le pueda haber granjeado la idea en Estados Unidos, de inmediato comenzaron a surgir reparos. Por ejemplo, los de Amnistía Internacional.

El jefe de la sección del Medio Oriente de dicha organización, Abdul S. Ahmed, señaló en entrevista con Deutsche Welle su oposición a dichos planes, puntualizando que "en ese penal se produjeron numerosas violaciones de derechos humanos; si los estadounidenses lo demuelen, se corre el peligro de destruir evidencias de torturas cometidas por el régimen de Saddam Hussein". Tal argumento no deja de ser lógico, más allá de que Bush intente aplacar ahora las críticas y borrar del mapa un recinto carcelario que también ha traído deshonra al propio Estados Unidos.

Sea como fuere, el balance de esta guerra sigue siendo problemático para el jefe de la Casa Blanca. Como consuelo podría servirle que el IISS también haya enumerado algunas consecuencias positivas, como la decisión libia de abandonar su programa de armas de exterminio masivo o la disposición de Irán a colaborar con la Agencia Internacional de Energía Atómica. Pero son resultados menores en comparación con el alto costo político, económico y humano de la intervención en Irak.