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Washington recupera el oído

Daniel Scheschkewitz19 de noviembre de 2003

El jefe de la diplomacia alemana, Joschka Fischer, aboga en Estados Unidos por la opción multilateral para superar la crisis iraquí. Y, esta vez, sus planteamientos no han sido desdeñados de plano por sus interlocutores.

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Fischer y Powell, durante su encuentro en Washington.Imagen: AP

¡Cómo cambian los tiempos! Hace poco, el ministro de Relaciones Exteriores alemán no era un huésped muy apreciado en Washington. Estados Unidos se sentía muy seguro de lo que hacía en Irak y Alemania era considerada un porfiado contradictor, que continuamente exponía reparos.

Discreción ante todo

Sin embargo, con las crecientes dificultades que se plantean en Irak también ha aumentado la inseguridad política del gobierno estadounidense. Y, de pronto, vuelven a ser bienvenidos los consejos diplomáticos, quizá no en el Pentágono, pero sí en el Departamento de Estado e incluso en la Casa Blanca.

Joschka Fischer actúa como un consejero discreto. Intenta no mostrarse satisfecho ni asumir la actitud de alguien que se jacta de haber sabido siempre que Estados Unidos sólo podía fracasar en Irak. Sus consejos deben ser sutiles, desde ya porque Alemania no está involucrada en los hechos in situ. Son los estadounidenses los que marcan la pauta en la ocupación y deben decidir cómo salir del empantanamiento y volver a encarrilar positivamente las cosas. El ministro alemán no dispone de una receta patentada. Pero ha formulado un par de propuestas que, a diferencia de lo que ocurría un par de meses atrás, han sido escuchadas con atención en Washington.

Clave multilateral

Su principal postulado es que la ONU debe dirigir el proceso político conducente a devolver la soberanía a los iraquíes. Es la única forma de conseguir la legitimación de una asamblea constituyente y un gobierno provisional que no lleve la impronta de ser títere de Estados Unidos. Además, sólo así se podrá contrarrestar la estrategia de los partidarios de Sadam y de los terroristas, que se proponen sumir al país en el caos con una guerra santa contra las fuerzas de ocupación. Para otorgar un papel clave a la ONU no se requiere forzosamente una presencia numerosa de representantes suyos en Irak, que no sería imaginable en estos momentos por razones de seguridad. Lo fundamental sería emitir una señal a los iraquíes, en el sentido de que hay disposición a convertir el proceso en asunto de la comunidad internacional.

La región del Medio Oriente es demasiado importante como para dejarla librada exclusivamente a la política intervencionista estadounidense. Por eso, la Unión Europea se decidió a emprender una valerosa iniciativa en el caso de Irán, que es vista con una mezcla de benevolencia y escepticismo por el gobierno de George W. Bush. En cuanto a Irak, los estadounidenses aún no quieren entregar la responsabilidad en materia de seguridad. Pero, a corto o largo plazo, también la OTAN tendrá que participar en las operaciones de resguardo de la paz, a semejanza de lo que ha hecho en Afganistán. La condición es, sin embargo, que se internacionalice la reconstrucción de Irak. No para ayudar a Estados Unidos a salir del atolladero, sino porque en Irak está en juego el futuro de toda una región.