Wiese, el milagroso
23 de febrero de 2007La dramaturgia del partido quedó en claro desde los primeros minutos: el Ajax de Amsterdam echado hacia el frente, con el mayor ímpetu posible, mientras el Werber Bremen aguantaba y, cuando podía, atacaba de manera desordenada. El primer gol vino pronto, y sin embargo, estuvo ya antecedido por claras oportunidades de gol por parte del cuadro holandés.
Verdad científica
Pero no sólo este ímpetu constituyó la diferencia que, al final se reflejó en el marcador. A estas alturas, es una verdad científica que el Ajax estuvo mucho mejor ubicado en el terreno de juego, y que el Werder Bremen pareció cansado. Con una dosis de sospecha, se diría que el equipo alemán no saltó a la cancha con la intención de ganar.
La suspicacia sólo podría ser desmentida al ponderar la enjudia de Vringts, o las esporádicas arrancadas de Borowsky (una de las cuales se convirtió en el gol de Hugo Almeida). Y, sobre todo, por la verdaderamente heróica actuación del portero Tim Wiese, sin cuyos talentos quizá el Bremen estaría lamentando hoy una eliminación absurda.
Ubicación adecuada
En efecto, Ajax estuvo donde tenía que estar. Recuperando balones a la media o a los tres cuartos de la cancha, bloqueando con efectividad todo intento de avance, neutralizando por completo a Miroslav Klose (quien ayer dejó en el vestidor al letal "Klosinho"), atacando con todos sus recursos físicos y humanos, e incluso haciendo gala de fútbol de fantasía merced a las gambetas de Ryan Babel.
El primer gol del Ajax fue un regalo de la defensa, un pelotazo que fue a dar a los pies de Leonardo, quien cruzó sin piedad para vencer a Wiese, apenas a los tres minutos de juego. El obsequio fue correspondido diez minutos más tarde, en una de las pocas pifias del Ajax. Borowsky se coló entonces por el flanco derecho, bien entrada el área, y dejó el balón frente a una portería abierta, y al pie izquierdo de Almeida, a quien no le quedó más remedio que empujarla al fondo de las redes.
Hacia finales del primer tiempo, el encuentro se tornó ríspido, y el árbitro escogió la solución más ortodoxa: comenzar el desfile de tarjetas. Repartió cuatro, todas amarillas, evitando que el roce excesivo se transformara en violencia.
Wiese y los milagros
Y si el gol de Huntelaar al minuto 60 produjo delirio en la tribuna, la magia perpetrada por Babel, paralizando con sus cortes de cintura a la defensa alemana, hizo creer a los aficionados holandeses que el milagro era posible.
Ya en el primer tiempo, Womé había sacado un balón justo en la línea de gol. Pero fue en los últimos minutos cuando Wiese se convirtió en una auténtica pared imbatible, atajando los tiros que, de haberse convertido en goles, hubieran dado al Ajax la calificación a los octavos de final.
Al final, la lógica triunfó. Lograr un marcador de 5 a 1 contra un equipo que este jueves no apareció, pero que ocupa uno de los primeros lugares en la Bundesliga, era una hazaña extrahumana. Ajax luchó, hizo un partido efectivo y hasta espectacular. Pero no fue suficiente. Bremen está en los cuartos de final. Si sigue los mismos pasos contra el Celta de Vigo, dentro de la Copa UEFA, no recorrerá mucho camino más.