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"Ya no podemos interpretar lo que dice el planeta"

10 de abril de 2013

Durante generaciones, los dioses y los antepasados determinaron el destino de los pescadores y comerciantes del pueblo indonesio de Bajau, en la Polinesia. Pero el cambio climático lo ha cambiado todo.

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Imagen: Christian Reichel, Institut für Ethnologie – Berlin

Mi nombre es Bapak Hinayah. Soy pescador, el habitante más anciano del pueblo Bajau y vivo en la Isla Rajuni Kecil, en Indonesia. Nuestro medio de subsistencia es la pesca. Por lo general, los pobladores son pescadores o comerciantes. El momento de pescar y la cantidad de peces que capturamos depende del monzón y el cambio entre la estación seca y la de lluvia. Los indonesios que viven en ciudades nos llaman “orang laut”, “pueblo del mar”. Estoy muy orgulloso de ser un Bajau. Antiguamente, nuestro pueblo vivía solamente en los barcos y navegaba por todos los mares del sudeste de Asia. Pero hoy, eso es algo del pasado. ¡Echo mucho de menos a los viejos tiempos!

Alá y el dios del mar

Nosotros, los Bajau, sabemos mucho sobre el mar. Conocemos todas las especies marinas, sabemos dónde viven y cómo se comportan, incluso conocemos los peces que viven muy lejos en el océano: peces de corales, camarones, langostas, pulpos, tortugas marinas, cohombros de mar y conchas marinas. Somos musulmanes, y todos creemos en el Todopoderoso. Pero también sabemos que hay dioses, espíritus y demonios que viven en el mar.

En la cima de este orden está Dewa Laut, el dios del mar, que vive con su esposa e hijo en el mar. Él tiene más poder que cualquier otra deidad, y determina el resultado de todas las actividades que se llevan a cabo en el mar. Cuando Dewa Laut se pone en contacto con las personas, toma la forma de un pulpo de cuatro brazos. Nosotros los pescadores tenemos un gran respeto por Dewa Laut. Según las antiguas historias, él puede adquirir cualquier tamaño y hundir fácilmente los barcos de pesca.

Nuestro pueblo se rige bajo ciertas normas de comportamiento y tabúes para no enfurecer a estas poderosas criaturas sobrenaturales del mar, ya que existe un orden cósmico que conecta todas las cosas. Creemos que la pesca excesiva o centrada en una sola especie supone un riesgo de desestabilización de este orden cósmico. Para evitar esto, seguimos un sistema de pesca que denominamos “silelebbas”. Se basa en el ciclo de vida del ecosistema marino y establece las temporadas de pesca específicas de cada especie marina que se vende en el mercado. El incumplimiento de estas normas puede tener consecuencias graves; malas pescas, enfermedades o incluso tsunamis o inundaciones. Todo es posible.

Un océano impredecible

Antes, nuestro atolón era como un jardín con el que podíamos alimentar a nuestras familias. Hoy, todo es diferente. Cada vez más corales mueren. Tenemos que ir muy lejos para lograr pescar algo. El tipo de pesca tradicional diaria, con pequeños barcos en los arrecifes cercanos, es prácticamente imposible.

Las estaciones y el clima también han cambiado. Hace quince años, todo comenzó a ser impredecible y extremo. Antiguamente, la época seca, de julio a septiembre, era la mejor temporada para la pesca. Los vientos del monzón eran suaves, las olas tranquilas y bajas, con lo que podíamos ir a pescar a zonas más lejanas y podíamos visitar a familiares en las distintas islas también. En la temporada de lluvias, de enero a marzo, los vientos del monzón venían del noroeste. Durante este tiempo, el viento era mucho más fuerte que en el resto de la temporada, y las olas muy altas. En la fase de transición, de abril a junio y de octubre a diciembre, el clima y las olas eran impredecibles. Sin embargo, nos podíamos ajustar a ello.

Hoy en día, el clima es impredecible durante todo el año. Todo ha cambiado. Con cada año que pasa, el monzón empieza cada vez más tarde. Llueve durante lo que se supone es la estación seca, y puede haber largos períodos de sequía durante la época de lluvias. Las violentas tormentas ocurren con mucha más frecuencia que antes. Estas dan lugar a olas muy altas. A veces son tan altas que durante semanas no podemos salir al mar con nuestros barcos.

Nuestros antepasados ya no nos pueden ayudar

Estamos desesperados. Ya no podemos guiarnos por los conocimientos de nuestros antepasados. Muchas personas han caído en la pobreza. Muchos se han trasladado a la lejana ciudad de Makassar en busca de trabajo como jornaleros para poder alimentar a sus familias. Sin embargo, muchos no logran conseguir trabajo y viven en las calles. Los que se quedan tienen que competir con los pescadores de fuera. Ellos vienen de otras partes de Indonesia, o de más lejos, como Hong Kong, Singapur, Japón o Corea del Sur. En los lugares de donde vienen han muerto aún más corales. Ellos pescan sin consideración por los recursos naturales del atolón. Nosotros estamos empezando a hacer lo mismo, porque realmente necesitamos pescar algo para subsistir.

Es un círculo vicioso que empeora cada año. Con el fin de garantizar nuestra supervivencia hoy, destruimos nuestro medio ambiente, y por lo tanto también nuestro medio de subsistencia del futuro. El resultado es más pobreza. El orden cósmico ha sido destruido. Incluso uno de los líderes entre los ancianos del pueblo y mediador entre el mundo humano y el mundo de los dioses está desconcertado y no sabe qué hacer. Cada mes tratamos de mitigar los efectos negativos en la comunidad mediante sacrificios, pero la situación va a peor año tras año. No podemos interpretar lo que dice el planeta.

Jungfische – Indonesien
Hace tiempo, las costas de la isla Rajuni Kecil estaban llenas de peces. Hoy, para pescar algo, se debe ir mar adentro.Imagen: Christian Reichel, Institut für Ethnologie – Berlin
Bajau Fischer – Indonesien
Bapak Hinayah, pescador de Bajau. Los habitantes de la isla siempre han vivido del mar. ¿Qué pasará en el futuro?Imagen: Christian Reichel, Institut für Ethnologie – Berlin

Autor: Christian Reichel / CS
Editora: Lydia Aranda Barandiain