La relación de amor-odio de Australia con el zorro volador
6 de enero de 2021A principios de este año, el término "tornado de murciélagos” comenzó a aparecer en los medios de comunicación australianos e internacionales. Todo comenzó con un reportaje de la BBC sobre la ciudad de Ingham, en el estado nororiental de Queensland, donde la población de zorros voladores, también conocidos como murciélagos de la fruta, aparentemente se había disparado en los últimos dos años. Los residentes están cada vez más molestos por el ruido y el hedor de los animales.
Ingham no es la única localidad afectada. También están llegando quejas de otras comunidades australianas en las que desde hace mucho tiempo hay grandes campamentos de murciélagos frugívoros. Lugares de reposo, donde descansan durante el día después de buscar comida durante la noche anterior.
"Parece que se avecina una tormenta eléctrica cuando sobrevuelan la ciudad. Al atardecer llegan miles de estos zorros voladores”, cuenta Justine Taylor, una vendedora que vive cerca de la ciudad de Grafton, en Nueva Gales del Sur. Más de 100.000 zorros voladores habitan aquí a veces.
El sonido puede ser abrumador. Al igual que el hedor de su orina. Además, los zorros voladores también pueden ser portadores de enfermedades. El Lyssavirus puede causar la rabia, mientras que el virus Hendra puede dar lugar a casos severos en humanos.
El Departamento de Salud de Australia insiste en que cualquier murciélago representa un riesgo insignificante para la salud humana. Pero la idea de que sean portadores de enfermedades no ha ayudado a su imagen.
"Siempre les he tenido miedo y cada vez que los veo espero que se instalen en el jardín de otra persona”, admite Taylor. "Chillan y hacen esos ruidos de traqueteo, y es imposible dormir. Incluso durante el día, cuando estás junto al río, puedes oírlos”.
Viajeros en busca de árboles y agua
En el territorio continental australiano hay cuatro especies de zorros voladores. Dos de ellos figuran en la lista de especies protegidas a nivel nacional. Se alimentan principalmente de néctar, polen o fruta. Sus alas pueden alcanzar una envergadura de hasta 1,50 metros.
Los campamentos de zorros voladores se comparan a menudo con las estaciones de tren, donde multitud de animales van y vienen cada día. Pueden viajar hasta 50 kilómetros en una sola noche, y 1.000 kilómetros por temporada, dependiendo de la disponibilidad de alimentos.
Para sobrevivir, necesitan una fuente de agua. Para evitar la deshidratación, el murciélago de la fruta debe beber regularmente. Solo toma pequeñas cantidades de líquido cada vez para no dificultar el vuelo añadiendo peso. La isla Susan, situada en medio del río Clarence, muy cerca de la ciudad de Grafton, se ha convertido en un lugar de reunión para los animales.
Pero el cambio climático y la deforestación están provocando que sus rutas sean cada vez menos predecibles. A medida que se pierde su hábitat o se secan las fuentes de agua, buscan refugio en zonas urbanas y sus alrededores. "Están siendo empujados a zonas en las que normalmente no estarían”, explica Tim Pearson, presidente de la ONG Sydney Bats, una organización ecologista dedicada a la protección de los zorros voladores.
Y aunque algunas ciudades australianas pueden estar viendo una afluencia de zorros voladores, a nivel nacional, su número ha disminuido significativamente.
Pereciendo en el calor
Las temperaturas extremas de los últimos años han acabado con miles, a veces incluso decenas de miles de animales a la vez. Montones de cadáveres han caído deshidratados de los árboles tras haber sufrido estrés térmico extremo.
Este año, Australia experimentó el noviembre más caluroso que se ha registrado hasta ahora. Las temperaturas subieron hasta 40 grados centígrados en algunas regiones. Y los murciélagos están más expuestos al calor en las ciudades y suburbios donde no están protegidos por el denso bosque.
"Esta última catástrofe que ha afectado a algunas de las especies de murciélagos más grandes de Australia es un síntoma de un problema mucho mayor: la deforestación masiva en Australia”, destaca Matt Brennan, jefe de la Sociedad de Vida Silvestre con sede en Tasmania. "El este de Australia se ha convertido en un punto caliente de la deforestación mundial, junto con lugares como la Amazonía, el Congo y Borneo”.
Extendiendo una mano amiga
Algunas localidades están tratando de ayudar a los zorros voladores. El ayuntamiento de Yarra, en Melbourne, ha instalado aspersores donde los murciélagos vienen a reproducirse en enormes colonias a lo largo del río Yarra. El agua se destina a enfriar a los animales.
Por otro lado, en el río Parramatta, en Sídney, se están plantando árboles con el apoyo de las autoridades estatales de Nueva Gales del Sur. Estos están destinados a proporcionar un nuevo hábitat y sombra a los zorros voladores.
Sin embargo, estas medidas bien intencionadas no siempre son acertadas. Según Pearson, los aspersores pueden asustar a los animales agotados por el calor, aumentando sus niveles de estrés. Y en última instancia, adaptar los entornos urbanos para los murciélagos no es un sustituto para la preservación de los bosques, que es el hábitat natural de esta especie.
"Se pueden plantar árboles para dar a los zorros voladores más hábitat, pero el verdadero problema es el cambio climático y la continua deforestación”, advierte Pearson.
La estrecha relación entre los murciélagos y los bosques
Mientras que los zorros voladores sufren la pérdida de árboles, la pérdida de murciélagos frugívoros es, a su vez, una mala noticia para los árboles. Los zorros voladores asoman sus cabezas entre las flores para alimentarse de néctar, comen fruta y excretan las semillas. De este modo, ayudan al eucalipto, al árbol del té, a la banksia y a muchas otras especies de árboles y arbustos de la selva tropical, a reproducirse.
Pearson advierte que si no abordamos el cambio climático y detenemos la deforestación, las cifras de zorros voladores de Australia caerán tan bajo en las próximas décadas, que ya no podrán desempeñar esta vital tarea.
"Creo que sobrevivirán en algunas zonas a lo largo de la costa donde haya comida y agua”, dice. "Pero no actuarán como polinizadores y dispersores de semillas, que son tan necesarios para la supervivencia de nuestros bosques”.
Aprendiendo a amar a nuestros vecinos alados
Pearson es uno de los más feroces defensores del zorro volador. Estudia los sonidos que emiten los animales. Dice que el estruendo del que muchos vecinos se quejan es en realidad la comunicación altamente desarrollada de una especie inteligente e intensamente social.
Pearson quiere que la gente deje de ver al murciélago de la fruta como un invasor portador de enfermedades. Le gustaría que fueran vistos como los extraordinarios animales que son. "Solo podremos salvar al zorro volador educando a la gente y sensibilizando sobre la importancia de esta especie para la salud del ecosistema”.
En Grafton, se reúnen a veces personas interesadas en observar a estos animales en su búsqueda nocturna de comida.
"Cuando me di cuenta de que la gente venía de toda Australia solo para ver a los murciélagos por curiosidad, empecé a averiguar más sobre ellos, a apreciarlos”, dice Taylor. "¡La gente incluso rema hasta la isla para verlos!”
"Creo que después de todo los murciélagos de la fruta son bastante dulces”, confiesa.
(ar/few)